Los furanchos

En el artículo de hoy, queremos poner pie en Galicia y rendir homenaje a los "furanchos". Y qué es un "furancho", preguntaréis muchos. Son casas particulares, donde se habilíta una zona en la que los visitantes puedan degustar el vino de la propia finca y siempre acompañada de comida casera de la zona, como por ejemplo empanada, tortilla, oreja de cerdo, carne, zorza, chorizo, quesos... 

El furancho es un pequeño local situado en la bodega, garaje, cobertizo o el bajo de la vivienda de su propietario y amueblado con una barra y mesas para los clientes y en el que durante unos meses la venta propia del vino ocupa protagonismo. Nos cuentan que la filosofía del furancho no es otra cosa que cuando estés sentado a la mesa la comida ha de ser lenta, reposada y acompañada de una buena conversación. Los “furanchos” tradicionalmente abren una vez al año, el tiempo necesario para poder vender el vino. 

También se puede llamar “loureiro”, el origen del nombre no es otro que, en el pasado, el bodeguero reclamaba a sus vecinos el excedente de su producción para vendérselo. Anunciaba el comienzo de la venta colocando en la puerta del furancho una hoja de laurel. De aquí viene el nombre de “loureiro”. 

La zona con más concentración de “furanchos” es la provincia de Pontevedra, más concretamente en Cangas, Moaña, Redondela, Poio, Vilaboa, Mos, Vilagarcía, Vilanova, Salvatierra, Meaño, Illa de Arousa, Sanxenxo, O grove, Cambados, Meis, Soutomaior, Pazos de Borben, Marín, Bueu, Ribadumia y Betanzos. 

Aunque el sector del negocio hostelero llega a pensar en una posible práctica de competencia despeal,  la Xunta de Galicia está diseñando una nueva regulación legal de estos locales y así hacerlos compatibles. 

Ir de furanchos es una manera de revivir y de no olvidar las buenas maneras que tenían en el pasado de acercarse a la cocina familiar y de degustar sus productos cultivados con cariño y esmero.