El champagne Veuve Cliquot lleva más de dos siglos cautivando a los paladares más exquisitos gracias al empeño de una mujer que tuvo la habilidad de comprar los mejores viñedos de Francia. Ésta es la historia de una de las firmas de espumosos más icónicas del mundo.
Hace ya más de 200 años que las finas burbujas de Veuve Cliquot llevan conquistando el mundo. Uno de los champagnes más antiguos y famosos, que se fabrica en la casa de champagne del mismo nombre, en Reims. Fundada en 1772 por Philippe Cliquot bajo el nombre de “Empresa de vinos Cliquot“, empieza a elaborar y exportar el delicioso caldo a unos pocos países de Europa, que comienzan a apreciar sus excelentes cualidades. En 1789, Philippe incorpora al negocio a su hijo François, incorporación clave ya que, debido a su repentina muerte en 1805, su viuda, Barbe Nicole Ponsardin, una mujer orgullosa, tenaz y muy inteligente, se hace cargo del negocio familiar con tan sólo 27 años, convirtiéndose en una de las primeras mujeres de negocios de la era moderna.
Adelantada a su tiempo
Desde el momento en que se pone al frente de la Maison, la Veuve (viuda), como se le conoce mundialmente, todo cambia a mejor y amplía la superficie de viñedos existente. Tiene la habilidad de comprar los mejores. De hecho, los nueve viñedos originales que comprara entonces están clasificados en la actualidad como "de 100% de calidad". Gracias a esto, la producción y exportación aumenta significativamente y empieza una expansión que no tendría límites, a pesar de las dificultades por los bloqueos causados por las guerras napoleónicas. Rusia es el principal cliente y destino de sus botellas, un país donde este champagne desata pasiones. El resto de países se rendiría poco a poco. Y todo gracias a la ambición y visión de una mujer con un sentido innato del lujo que supo alzarse en un negocio, hasta ese instante, de hombres. Pero no sólo compró los mejores viñedos y comenzó con la exportación, sino que también mejoró el método Champenoise.
Referente mundial del lujo
Antes de su época, el champagne era turbio. A Madame Clicquot no le gustaba el aspecto que le daban los sedimentos y descubrió que poniendo las botellas en pupitres, inclinadas e invertidas, y girándolas 1/8 de vuelta cada día, se lograba acumular el sedimento en el gollete, que luego era posible extraerlo al cambiar el corcho, mejorando así la calidad y refinamiento de su champagne. Su ambición de alcanzar la máxima calidad en todos sus caldos hace que elabore con sus vinos tintos de Bouzy el primer rosé conocido en la región francesa de Champagne. Después de toda un vida dedicada a desarrollar su empresa y buscar la excelencia, muere a los 89 años. El negocio queda en manos del hijo de su socio, Alfred Werlé, que continúa con el savoire faire de la viuda, conviertiendo a Veuve Cliquot en un referente mundial del champagne de lujo.
Innovación y diseño
Desde que la pionera Madame Clicquot inventara el pupitre de removido, la Maison no ha parado de innovar y colaborar con diseñadores e interioristas reconocidos del panorama internacional como Karim Rachid, Andrée Putman, Christophe Pillet, Pablo reinos o Porsche Design Studio entre otros. De la misma manera ha colaborado con las mejores escuelas de diseño como la Escuela Cantonal de Arte de Lausana y la Escuela Superior de Arte y Diseño de Reims. No hay que olvidar la importancia de su etiqueta, creada hace más de 130 años, y sobre todo su color, el amarillo. Rusia era su principal cliente y todas las casas de San Petersburgo eran amarillas, la viuda pidió que hicieran las etiquetas amarillas para honrar a sus habitantes, lo que incrementó notablemente las ventas. Hoy la etiqueta amarilla es una de las más reconocidas en las botellas de champagne de todo el mundo.
Desde el momento en que se pone al frente de la Maison, la Veuve (viuda), como se le conoce mundialmente, todo cambia a mejor y amplía la superficie de viñedos existente. Tiene la habilidad de comprar los mejores. De hecho, los nueve viñedos originales que comprara entonces están clasificados en la actualidad como "de 100% de calidad". Gracias a esto, la producción y exportación aumenta significativamente y empieza una expansión que no tendría límites, a pesar de las dificultades por los bloqueos causados por las guerras napoleónicas. Rusia es el principal cliente y destino de sus botellas, un país donde este champagne desata pasiones. El resto de países se rendiría poco a poco. Y todo gracias a la ambición y visión de una mujer con un sentido innato del lujo que supo alzarse en un negocio, hasta ese instante, de hombres. Pero no sólo compró los mejores viñedos y comenzó con la exportación, sino que también mejoró el método Champenoise.
Referente mundial del lujo
Antes de su época, el champagne era turbio. A Madame Clicquot no le gustaba el aspecto que le daban los sedimentos y descubrió que poniendo las botellas en pupitres, inclinadas e invertidas, y girándolas 1/8 de vuelta cada día, se lograba acumular el sedimento en el gollete, que luego era posible extraerlo al cambiar el corcho, mejorando así la calidad y refinamiento de su champagne. Su ambición de alcanzar la máxima calidad en todos sus caldos hace que elabore con sus vinos tintos de Bouzy el primer rosé conocido en la región francesa de Champagne. Después de toda un vida dedicada a desarrollar su empresa y buscar la excelencia, muere a los 89 años. El negocio queda en manos del hijo de su socio, Alfred Werlé, que continúa con el savoire faire de la viuda, conviertiendo a Veuve Cliquot en un referente mundial del champagne de lujo.
Innovación y diseño
Desde que la pionera Madame Clicquot inventara el pupitre de removido, la Maison no ha parado de innovar y colaborar con diseñadores e interioristas reconocidos del panorama internacional como Karim Rachid, Andrée Putman, Christophe Pillet, Pablo reinos o Porsche Design Studio entre otros. De la misma manera ha colaborado con las mejores escuelas de diseño como la Escuela Cantonal de Arte de Lausana y la Escuela Superior de Arte y Diseño de Reims. No hay que olvidar la importancia de su etiqueta, creada hace más de 130 años, y sobre todo su color, el amarillo. Rusia era su principal cliente y todas las casas de San Petersburgo eran amarillas, la viuda pidió que hicieran las etiquetas amarillas para honrar a sus habitantes, lo que incrementó notablemente las ventas. Hoy la etiqueta amarilla es una de las más reconocidas en las botellas de champagne de todo el mundo.
0 comentarios:
Publicar un comentario